Es paradójico, pero cuanto más “nos conocemos”, cuanto más “sabemos lo que somos”, más seguros estamos de que somos algo que —por su propia naturaleza— no se podrá conocer nunca, es decir, sabes lo que eres, pero sabes que eres un Misterio. Así que el Misterio se hace consciente, se despierta, se conoce a Sí Mismo; es el «YO SOY» tal y como aparece en la Biblia, pero no puedes percibir ninguna definición, no es más que «YO SOY»; es el Misterio autoafirmándose, eso es todo.