Khalil Gibran

El Ojo

(De “El Loco”)

    Un día dijo el Ojo: Más allá de estos valles veo una montaña envuelta en un velo de niebla… ¿No es hermosa?

    Entonces el Oído preguntó: ¿Dónde está esa montaña? No la escucho.

    Luego la Mano comentó: En vano trato de sentirla o tocarla; no encuentro ninguna montaña.

    Y la Nariz aseveró: No hay ninguna montaña por aquí; no la huelo.

    Cuando el Ojo volteó hacia otro lado, los demás empezaron a murmurar acerca de la extraña alucinación del Ojo, y decían entre ellos: ¡Algo debe de andar mal en el Ojo!

Khalil Gibran

Otro Idioma

(De “El Loco”)

    A los tres días de nacido, mientras yacía en mi cuna forrada de seda, mirando con asombro y desilusión el nuevo mundo que me rodeaba, mi madre dijo a mi nodriza: ¿Cómo está mi hijo?

    Muy bien, señora -mi nodriza le contestó- lo he alimentado tres veces, y nunca he visto a un niño tan alegre, no obstante lo tierno que es.

    Y yo me indigné, y lloré, exclamando:

    No es verdad, madre, porque mi lecho es duro, la leche que he succionado es amarga, y el olor del pecho es desagradable a mi nariz, y soy muy desgraciado.

    Pero mi madre no me comprendió, ni la nodriza; pues el idioma en que había yo hablado era el del mundo del que yo procedía.

    Y cuando cumplí veintiún días de vida, mientras me bautizaban, el sacerdote dijo a mi madre:

    Debe usted ser muy feliz, señora, de que su hijo haya nacido cristiano.

    Me asombré mucho al oír aquello, y dije al sacerdote: la madre de usted debe ser muy infeliz, pues usted no nació cristiano.

    Pero el sacerdote tampoco entendió mi idioma.

    Y siete lunas después, cierto día, un “adivino” me miró y dijo a mi madre:

    Su hijo será un estadista, y un gran líder de los hombres.

    ¡Falso! -grité yo-. Esa es una falsa profecía; porque yo seré músico, y nada más que músico.

    Y tampoco en esa ocasión y teniendo yo esa edad entendían mi idioma, lo cual me asombraba mucho.

    Treinta y tres años después, vi nuevamente al “adivino”, y mientras conversábamos, me dijo:

    Siempre supe que serías músico; que llegarías a ser un gran músico. Eras muy pequeño cuando profeticé tu futuro.

    Y le creí, pues ahora yo también he olvidado el idioma de aquel otro mundo.

 

Khalil Gibran

La Granada

(De “El Loco”)

    Una vez, mientras vivía yo en el corazón de una granada, oí que una semilla decía: Algún día me convertiré en un árbol, y cantará el viento en mis ramas, y el sol danzará en mis hojas, y seré fuerte y hermoso en todas las estaciones.

    Luego, otra semilla habló: Cuando yo era joven, como tú ahora, yo también pensaba así; pero ahora que puedo ponderar mejor todas las cosas, veo que mis esperanzas eran vanas.

    Una tercera semilla se expresó así: No veo en nosotras nada que prometa un brillante futuro.

    Y una cuarta semilla dijo: ¡Pero qué ridícula sería nuestra vida sin la promesa de un futuro mejor!

    La quinta semilla opinó: ¿Para qué disputar acerca de lo que seremos si ni siquiera sabemos lo que somos?

    Pero la sexta semilla replicó: Seamos lo que seamos, lo seremos siempre.

    Y la séptima semilla comentó: Tengo una idea muy clara acerca de cómo serán las cosas en lo futuro, pero no la puedo expresar con palabras.

    Después habló una octava semilla, y una novena, y luego una décima, y muchas más, hasta que todas hablaban al mismo tiempo y no pude distinguir nada de lo que decían todas esas voces.

    Así pues, aquel mismo día me mudé al corazón de un membrillo, donde las semillas son escasas y casi mudas.

Khalil Gibran

El Perro Sabio

(De “El Loco”)

    Un día, un perro sabio pasó cerca de un grupo de gatos. Viendo el perro que los gatos parecían estar absortos hablando entre ellos y que no advertían su presencia, se detuvo a escuchar lo que decían.

    Se levantó entonces –grave y circunspecto– un gran gato, y dijo a sus compañeros: Hermanos, orad; y después que hayáis orado una y otra vez, sin duda alguna lloverán ratones del cielo.

    Al oírlo, el perro sonrió y se alejó de los gatos diciendo: ¡Ciegos e insensatos felinos! En realidad, lo que llueve después que oramos y hacemos plegarias son huesos y no ratones.

Khalil Gibran

El Comprar y el Vender

(Este es un extracto del libro “El Profeta” de Khalil Gibrán. Es una reflexión muy necesaria para quienes se dedican a la compra, venta y/o distribución de alimentos).

    El Profeta dijo:

    La tierra os entrega sus frutos y vosotros no conoceréis necesidad si sabéis cómo llenaros las manos.

    Es en el intercambio de los dones de la tierra donde encontraréis abundancia y seréis satisfechos.

    Sin embargo, si ese intercambio no es hecho con amor y bondadosa justicia, llevará a algunos a la codicia y a otros al hambre.