Katharo, el Unicornio
Katharo, como todos los unicornios, permanecía invisible la mayor parte del tiempo y solamente aparecía para auxiliar a personas puras y bondadosas haciendo uso de su mágico cuerno que era capaz de muchas proezas.
Nílrem era un hechicero que sabía de los poderes mágicos del cuerno del unicornio, pero no había podido conseguir ninguno, pues no era puro ni bondadoso. Así que este hechicero utilizaría a una doncella para hacer aparecer a algún unicornio y tratar de quitarle su cuerno.
Anna sería la víctima de Nílrem. Ella era una joven dedicada a socorrer a los menesterosos, y era conocida por su devoción a hacer el bien y por su absoluta falta de malicia.
Nílrem, haciéndose pasar por mendigo, fue donde Anna pidiendo comida. Ella no solamente lo atendió y le sirvió comida y bebida, sino que además se sentó a comer con él.
En un descuido de Anna, Nílrem vertió en la bebida de ella unas gotas de una pócima venenosa. Después de tomarse la bebida, Anna empezó a sufrir los efectos de la pócima y luego se desmayó. Mientras tanto, el malvado hechicero esperaba al unicornio para atraparlo y quitarle su mágico cuerno.
Katharo, al percibir que una jovencita pura y bondadosa estaba en problemas, acudió a rescatarla. Sin embargo, él también advirtió la presencia del hechicero y, sobre todo, captó su mala intención.
Katharo apareció e inmediatamente disparó con su cuerno un rayo contra Nílrem, desvaneciéndolo por completo. Luego, también con su mágico cuerno, tocó a la jovencita suprimiendo así el veneno, sanándola e inmunizándola.
Al volver en sí, Anna vio al unicornio y, emocionada, lo abrazó. Entonces preguntó por el mendigo, y Katharo le respondió: No te preocupes, él se ha ido. Tú debes continuar ejerciendo tu bondad infinita atendiendo a los menesterosos.
Al terminar de expresar estas palabras, Katharo se invisibilizó nuevamente y Anna siguió haciendo el bien.