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Saturno en Capricornio
En diciembre de 2017 el planeta Saturno entró en el signo Capricornio y por ahí transitará hasta diciembre de 2020. Después de 30 años, Saturno está de regreso a su casa, pues este planeta rige a Capricornio y la última vez que pasó por este signo fue desde 1988 hasta 1991, entonces cayeron la URSS y el Muro de Berlín; he ahí una demostración de lo que puede ocurrir cuando Saturno se encuentra en su domicilio.
El retorno de Saturno a Capricornio significa que se termina un ciclo y comienza uno nuevo. Saturno representa la disciplina, la responsabilidad, el orden, el sentido del deber. Capricornio representa las estructuras de todo tipo (económicas, políticas, sociales, religiosas, etc.) y por ser un signo de tierra es pragmático, racional y prudente.
Saturno en Capricornio nos indica que debemos administrar bien los recursos, aprender a concretar las ideas y los proyectos, a ser más sensatos y prácticos, a priorizar y a valorar; debemos resolver nuestros problemas y no esperar a que otros los resuelvan; debemos ser pacientes y perseverantes. Hay que tomar conciencia de lo verdaderamente importante y trabajar por ello. Hay que establecer metas prácticas y alcanzables. Básicamente, Saturno en Capricornio viene a decirnos que debemos poner todo en orden en nuestras vidas.
Saturno es el nombre que los romanos dieron a Cronos (dios del tiempo según la mitología griega), lo cual nos recuerda que debemos hacer buen uso del tiempo. Séneca escribió que no es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho tiempo; así que no debemos desperdiciarlo.
A Saturno se le conoce como el Gran Maestro, como un maestro severo, un maestro que no enseña a través de la teoría, sino a través de la práctica y, en ocasiones, a través de pruebas difíciles. Por tanto, hagamos bien las cosas; seamos cada vez más responsables, honrados, disciplinados, ordenados, sensatos, y superaremos las pruebas del Maestro Saturno.
El Año del Gallo
Según la Astrología China, desde el 28 de enero de 2017 hasta el 15 de febrero de 2018 es el año del Gallo de Fuego.
Cada mañana, el canto del Gallo anuncia el amanecer de un nuevo día; esto simboliza el comienzo de una nueva etapa, de un nuevo ciclo, así como la necesidad de renovación en distintos ámbitos de la vida.
Algunas características muy positivas del signo Gallo son el orden, el trabajo y la disciplina, y por eso las personas de este signo suelen lograr lo que se proponen; esto nos hace recordar que debemos trabajar de manera ordenada y disciplinada para alcanzar nuestras metas.
Sin embargo, algunas de sus características negativas son la ostentación y la importancia exagerada que dan a las apariencias; por tanto, aprovechemos este año para cultivar la sencillez y valorar más lo esencial.
El elemento que rige al signo Gallo es el Metal y el elemento que rige a este año es el Fuego; pero el Metal y el Fuego son elementos opuestos, lo cual genera tensión; esto significa que puede ser un año de mucha conflictividad (seguramente veremos a varios “gallitos de pelea”, especialmente en la política, buscando pleito a todo el mundo); por esta razón, el diálogo y la diplomacia serán claves para manejar adecuadamente las “visiones opuestas” y evitar así el agravamiento de los conflictos o incluso superarlos definitivamente.
En resumen, será un año de inicios, de renovaciones; de necesidad de orden, trabajo y disciplina; de procurar lo verdaderamente importante, lo esencial; y de promover el diálogo y la solución de los conflictos por la vía pacífica.
La Simbología del Ajedrez
En su significado más básico, el ajedrez es una representación de la arquetípica batalla entre el bien y el mal.
Si trasladamos el ajedrez al quehacer diario, cada acción es como una jugada. En líneas generales, si el ser humano realiza buenas acciones (buenas jugadas), le irá bien; si realiza malas acciones (malas jugadas), le irá mal. Es una manera de enseñar la Ley del Karma.
La finalidad del ajedrez no es solamente lúdica, sino también didáctica, pues a través de este juego se transmiten muchas enseñanzas.
Por ejemplo: el ajedrez enseña planificación, concentración, análisis; nos muestra que la victoria es consecuencia del esfuerzo y los aciertos propios y, por tanto, la derrota es consecuencia de los errores propios. Nos instruye sobre táctica, estrategia y lógica. No es un juego de azar, es un juego racional que nos enseña a tomar decisiones y nos ayuda a desarrollar confianza, paciencia y disciplina.
Ajedrez
En el ajedrez podemos encontrar muchas “coincidencias” (y curiosidades) esotéricas y simbólicas.
El Tablero tiene 64 escaques (casillas) de 2 colores, blanco y negro (o un color claro y otro oscuro), también las piezas son blancas y negras; esto representa la dualidad, el Yin y el Yang. Sin embargo, 64 = 6+4 = 10 = 1+0 = 1, es decir, la Unidad, lo cual nos indica que tras la dualidad aparente se halla la Unidad. El 64 también nos recuerda los Hexagramas del I-Ching.
32 escaques de cada color, 32 piezas totales: los 22 Senderos más los 10 Sefirot de la Kabaláh. 16 piezas de cada color: 1+6 = 7
6 piezas diferentes de cada color (suman 12): los 12 signos del zodíaco. 8 peones, tablero de 8×8: 8 trigramas del I-Ching, Óctuple Noble Sendero. El 8 “acostado” (Lemniscata) es símbolo del Infinito.
2 Torres, 2 Caballos, 2 Alfiles y, además, la Reina y el Rey: el Yin y el Yang, la dualidad aparente.
El Tablero y las Piezas
Simbología de las Piezas
Peones: Representan el trabajo en equipo, ya que los peones son más importantes en conjunto que individualmente; bien decía Philidor (genial ajedrecista y músico francés del siglo XVIII) que “los peones son el alma del ajedrez”. Además, cuando un peón llega al extremo opuesto del tablero, se “transforma” en otra pieza (Dama, Torre, Alfil o Caballo), lo cual simboliza la reencarnación; o también la capacidad de cada quien de mejorar, de evolucionar. En términos militares, representan la infantería, los soldados de a pie.
Torres: Las torres están en las cuatro esquinas del tablero formando un cuadrado (la Materia, el Mundo Material, los 4 Elementos) delimitando así el “Campo de Batalla”.
Caballos: Representan el Principio del Ritmo, pues “saltan” de un color a otro así como el péndulo oscila de un polo a otro (del Yin al Yang, y viceversa). Militarmente, es la caballería.
Alfiles: Simbolizan la lealtad y el seguir siempre un mismo camino, ya que cada alfil se mueve por las casillas del mismo color en el que empiezan. Desde la antigüedad han representado a los ministros o, también, a los jerarcas religiosos (aunque no todos ellos sean dignos de la simbología del Alfil).
El Rey y la Reina: El hombre y la mujer, el padre y la madre, se necesitan mutuamente. El Rey representa al jugador; es el ajedrecista en el tablero, el comandante en el campo de batalla; mientras que, según el libro El Hombre que Calculaba de Malba Tahan (pseudónimo del profesor y escritor brasileño Julio César de Mello y Souza), la Reina representa al pueblo y a su patriotismo.
Piezas «Staunton»
El diseño “Staunton” es el diseño más conocido de las piezas de ajedrez. Llevan este nombre en honor de Howard Staunton (un gran ajedrecista inglés del siglo XIX). En este diseño se nota una marcada influencia cristiana, pues hay una Cruz sobre la corona del Rey, y la parte superior de los alfiles tiene forma de mitra como la que usan los obispos; de hecho, en inglés, Alfil se dice Bishop, que significa “obispo”. Más curiosidades acerca de los nombres de las piezas: Al-Fil, en árabe, significa “el elefante”. En francés, al Alfil se le dice Le Fou (el Loco). En inglés, al Caballo se le llama Knight (Caballero). En español, a la Reina se le dice Dama, esto es para evitar confusión al momento de anotar las partidas; así, el Rey se anota “R” y la Dama “D”.
Finalmente, Rey -en persa- es Shah, y de la expresión persa Shah-Mat (que significa “el Rey ha muerto”, “el Rey está atrapado” o “el Rey no puede escapar”) proviene la expresión “jaque mate”.
Espiritualidad
Si un ser humano se dedica a pensar en lo más sublime y no albergar pensamientos viles; a sentir lo más noble, tener buenas intenciones y no albergar sentimientos ruines; a utilizar la palabra para bendecir y no para herir; a realizar buenas acciones, no incurrir en excesos y no perjudicar…
En fin, si un ser humano se dedica a disciplinar y purificar su mente, sus emociones, su palabra y su conducta, es un ser humano profundamente espiritual, independientemente de si profesa o no alguna religión; pues quien se disciplina y se purifica integralmente, eleva al máximo su conciencia y manifiesta lo que es en Verdad: Un Cristo, un Buddha, un Ser Espiritual.