La Máscara Hannya
Esta es una máscara utilizada en obras de teatro y en danzas rituales japonesas, en las cuales se hace uso de máscaras para reflejar el estado mental y emocional de los personajes.
La máscara Hannya representa a una mujer que se ha convertido en un demonio a causa de los celos o de un amor no correspondido y, por tanto, busca vengarse.
En Japón existen varias leyendas con respecto al origen de este personaje, una de las cuales menciona que una mujer estaba muy enamorada de un monje, pero su amor no podía ser correspondido, lo cual la hizo entristecer y enfurecer hasta tal punto que se convirtió en un demonio y mató al monje. Según otra leyenda, había un príncipe que estaba casado, pero tenía también una amante; sin embargo, al dedicarle más tiempo a la esposa y cada vez menos a la amante; esto hizo que la amante se llenara de odio y de ira, y se convirtiera en un demonio que posteriormente provocó la muerte de la esposa del príncipe.
Aunque la máscara Hannya se refiere específicamente a un demonio femenino, podría decirse que simboliza algunos de los aspectos más negativos del ser humano en general (odio, ira, celos, venganza) y cómo una persona puede llegar a transformarse en un “demonio”, es decir, en alguien capaz de hacer mucho daño si se deja llevar por estas emociones. De hecho, tatuarse una máscara Hannya es muy común entre los “Yakuzas” (mafiosos japoneses) para indicar que no tienen piedad con nadie.
Tradicionalmente se cuenta que esta máscara lleva el nombre de quien la creó: el artista y monje Hannya-Bo, quien vivió en el siglo XV aproximadamente.
Existen tres tipos de Hannya según la etapa de su transformación y su nivel de maldad: Namanari (aún con apariencia humana, pero posee cuernos; comienza a sentir odio, ira y deseos de venganza). Chunari (tiene cuernos y colmillos grandes y afilados, su rostro es el de un demonio, pero su cuerpo es humano; empieza a llevar a cabo sus acciones maléficas). Honnari (rostro de demonio y cuerpo en forma de serpiente, su maldad es extrema y sólo se dedica a causar daño).
Alegóricamente, esto nos indica que las personas no llegan a la maldad extrema de la noche a la mañana, sino que pasan por distintas etapas, de manera que es un proceso que, con la ayuda profesional necesaria, puede detenerse y revertirse a tiempo.